Si, pero esa oposición al 'posibilismo' es contingente, no puede ser un principio inmutable porque no siempre han actuado así. La comunión tradicionalista tuvo representación parlamentaria en el siglo XX, y después se integraron en las cortes franquistas.
Como observador externo, aquí se ven tres grandes problemas de fondo: el de la legitimidad, el anti modernismo radical y el pan hispanismo. El primero deja a los carlistas sin sucesor legítimo, e incluso sin 'abanderado' pero a expensas de un pequeño grupo cerrado, la 'secretaría'; el segundo lleva a las catacumbas y al borde del cisma; el tercero es toda una incógnita 'geopolitica' y profundiza en la alienacion de la España peninsular con respecto a Europa.
Sugiero como tema futuro estudiar el problema del tradicionalismo español para atraer capital humano de élite.
Esa última es una cuestión bastante complicada. Para empezar, podría señalarse que un movimiento opuesto por principio al posibilismo se enfrenta a dificultades particulares a la hora de reclutar capital de élite, en la medida que implica en ciertos grado una renuncia a participar en las instituciones (y medrar, si queremos ponerlo en términos crudos). Esto se atenúa en la misma medida en la que se atenúen las consecuencias prácticas del legitimismo (p. ej., sería difícil que sobreviva un partido legitimista que prohibiera absolutamente a sus miembros participar en el funcionariado, lo que la CT no hace), pero parece que es inevitable que ocurra por lo menos en lo que toca a cargos políticos. Por mucho que se exalte el ideal aquí somos todos humanos, el resultado a corto plazo es atractivo y suele ir acompañado de ventajas personales.
Si, pero esa oposición al 'posibilismo' es contingente, no puede ser un principio inmutable porque no siempre han actuado así. La comunión tradicionalista tuvo representación parlamentaria en el siglo XX, y después se integraron en las cortes franquistas.
Como observador externo, aquí se ven tres grandes problemas de fondo: el de la legitimidad, el anti modernismo radical y el pan hispanismo. El primero deja a los carlistas sin sucesor legítimo, e incluso sin 'abanderado' pero a expensas de un pequeño grupo cerrado, la 'secretaría'; el segundo lleva a las catacumbas y al borde del cisma; el tercero es toda una incógnita 'geopolitica' y profundiza en la alienacion de la España peninsular con respecto a Europa.
Sugiero como tema futuro estudiar el problema del tradicionalismo español para atraer capital humano de élite.
Esa última es una cuestión bastante complicada. Para empezar, podría señalarse que un movimiento opuesto por principio al posibilismo se enfrenta a dificultades particulares a la hora de reclutar capital de élite, en la medida que implica en ciertos grado una renuncia a participar en las instituciones (y medrar, si queremos ponerlo en términos crudos). Esto se atenúa en la misma medida en la que se atenúen las consecuencias prácticas del legitimismo (p. ej., sería difícil que sobreviva un partido legitimista que prohibiera absolutamente a sus miembros participar en el funcionariado, lo que la CT no hace), pero parece que es inevitable que ocurra por lo menos en lo que toca a cargos políticos. Por mucho que se exalte el ideal aquí somos todos humanos, el resultado a corto plazo es atractivo y suele ir acompañado de ventajas personales.